lunes, 15 de abril de 2013

Crisis, escraches, nazis y Grecia. Repasemos la Historia

Ayer me encontré con un amigo al que hacía tiempo que no veía. Nos saludamos efusivamente y nos pusimos al día de nuestras respectivas vidas. Me contó que tras una larga temporada en el paro –antes trabajaba en la construcción y fue de los primeros en perder su empleo con la crisis del sector–, hace un par de meses consiguió un trabajo muy por debajo del que correspondería a su formación (es ingeniero), con un contrato a tiempo parcial, aunque trabaja a jornada completa, y un salario ínfimo. Por supuesto, esas horas extras no las cobra. “Es lo que hay –me dijo–, y con una hipoteca y dos críos pequeños no queda otra que aceptar lo que salga, cualquier cosa...”.

La conversación derivó inevitablemente en la crisis, el paro, los desahucios y los famosos escraches. “Los tachan de violentos, hablan de nazismo... –comentaba mi amigo– Ja! Estos no saben lo que es violencia, no tienen ni puta idea de hasta dónde puede llegar la gente cuando está verdaderamente cabreada..., y claro, luego se lamentarán...”.

Adolf Hitler
Adolf Hitler
En este sentido, hablamos también de cómo llegó Hitler al poder, gracias a una situación generalizada de descontento y con un discurso muy duro contra la clase dirigente, a la que tildaba de incapaz por no haber sabido defender los intereses de Alemania, y sobre todo contra el Parlamento, institución donde, en su opinión, se diluía completamente la responsabilidad de las malas decisiones que habían llevado el país al desastre. Esta fue una de sus principales argumentaciones para defender la necesidad de crear la figura de un führer que dirigiera el estado con mano firme y se responsabilizara personalmente de las decisiones que marcaran el devenir del país. Lo que pasó después lo sabemos todos.

Volvía a casa pensando en todo esto y me acordé de algo que leí en un ensayo sobre la antigua Grecia de Isaac Asimov –que además de novelista de ciencia ficción fue un prolífico autor de obras de historia y divulgación científica– . Al llegar busqué el libro y encontré el pasaje en cuestión. Hace referencia al momento en que los griegos, hacia el siglo VI a. C., importan de Asia Menor un sistema de monedas que facilitara las transacciones. Dice así:

“... Fue Egina la primera en hacer uso en gran escala de las monedas en el comercio. Su prosperidad aumentó y llegó a su cúspide alrededor del 500 a. C.; otras ciudades-Estado se apresuraron a imitarla a este respecto.

Curiosamente, la creciente prosperidad provocó perturbaciones. Cuando la riqueza entraba en una ciudad, surgía una nueva clase de hombres poderosos: los ricos mercaderes. […] Al mismo tiempo, a medida que entraba dinero, los precios, naturalmente se elevaban, de modo que se producía inflación. Esto hacía que las personas que no participaban de la nueva prosperidad, particularmente los granjeros, en realidad estaban peor que antes. Se endeudaron.

El nuevo comercio también aumentó el valor de los esclavos. […] aumentó la tendencia a esclavizar a los agricultores endeudados, como castigo por no poder pagar sus deudas.

El uso de esclavos [en las fábricas] creó dificultades a los artesanos libres, que elaboraban productos manufacturados en pequeña escala para mantener su prosperidad.

La introducción de la acuñación de monedas hizo que todo el proceso se produjera más rápida y drásticamente. A veces la vieja clase terrateniente se entendía con la nueva clase mercantil para hacerse de un aliado vigoroso, mientras que los agricultores y artesanos se unían en la oposición.

Solo Esparta pudo evitar las conmociones y dislocamientos provocados por la expansión comercial. Prohibió el uso de la moneda y la importación de artículos de lujo. […] En otras partes, en cambio, un encono y una violencia nuevos entraron en la política, donde unos pocos “ricos” se enfrentaban con un número creciente de “pobres” cada vez más pobres...”.  

Isaac Asimov. “Los Griegos” (Título original: “The Greeks: A Great Adventure” [1965])

El siguiente capítulo ya hace referencia a la aparición de los tiranos (palabra que para los griegos solo designaba a un gobernante que no había heredado el poder). Estos surgieron de los líderes que supieron aprovechar esa situación de insatisfacción para armar al pueblo y conducirlo a una rebelión contra los mandatarios de la oligarquía. En estos casos, el líder quedaba habitualmente como único gobernante.

En definitiva, no es que no hayamos aprendido nada de lo acontecido en el último siglo; es que en más de 2.500 años de civilización occidental seguimos casi como al principio. Tenemos twitter, ipads, trenes de alta velocidad y no sé cuántas cosas más. Pero en lo esencial hemos cambiado muy poquito. Y el aforismo de que la historia siempre se repite debería dar en qué pensar a más de uno.